¿Por
qué en Venezuela la oposición “no da pié
con bola”?
Mis
respetos a los socialistas conscientes y pensantes, quienes de mente y corazón se
identifican con el señor Chávez. De
ellos no se habla en este mensaje.
Voy
a lanzar tres ideas y de inmediato las relaciono.
1.-
Revisando un discurso que redacté para mi acto de grado de abogado (1990),
encontré palabras y frases como “sueño
del Libertador”, “quienes no quieren
a la patria”, “ideal de justicia”,
“gracias a mis padres” y bla, bla
bla… Estas mismas palabras salen hoy de
la boca (no sé si también del corazón) de los revolucionarios. ¿Era yo entonces un revolucionario? En cierta forma creo que era más bien un
simpatizante de revolucionario. Todos
somos un poco antiimperialistas y nos alineamos sentimentalmente, por simple
humanidad, con el más débil. A quién no le molestó que USA defecara sobre
el informe de la ONU que concluía que en Irak no había armas de destrucción
masiva? O ¿quién no ha sufrido con las imágenes de soldados chinos entrándole a
culatazos a los tibetanos? Sin embargo,
nunca le voté a Chávez, ya que jamás le perdoné las muertes del asalto a VTV (por
lo cual hasta hoy no le he oído pedir perdón a los familiares de las víctimas);
ni a CAP 2, a quién tampoco le perdoné su faraónica coronación en el Teresa
Carreño.
2.-
Cuando ganó Chávez en 1998, me dirigía a mi bufete el lunes en la mañana con la
siguiente reflexión: “Bueno, ganó quien
yo no quería, pero qué más da, después de todo es una cachucha (militar) y algo de disciplina pondrá para detener
esta anarquía. Espero que por lo
menos cumpla sus promesas electorales y
que además recoja a los niños de la calle, como lo dijo anoche después de
quedar electo”. El resto es
historia.
3.-
Mi suegra no come hígado encebollado porque cuando chiquita se lo obligaban
comer, con la correa en la mano.
El
discurso revolucionario contiene algunas ideas simpáticas y por lo tanto es
romanticón: aceptémoslo, un abogado recién graduado lo parafraseaba. Solo las buenas ideas de la revolución, fueron
vendidas en la primera campaña electoral (1998), luego se modificaron,
cambiaron y/u olvidaron: la cachucha torció las ideas, se quedó en los medios y
falló en los resultados. Aunque haya
algunas buenas ideas revolucionarias, sigue sin gustarnos el mensajero, porque
nos cae mal, porque nunca paró de insultarnos.
Hay gente que, por el contrario, sí se identificó con el discurso y no
se sintió ofendida: ellos siguen comiendo hígado encebollado porque creen que
es bueno y se los sirvieron con cariño.
Creo
que la oposición no termina de remontar porque nos seguimos enfocando
equivocadamente en convencer a la otra mitad+1 de que Chávez no les conviene. ¿Has pensado alguna vez en dejarte convencer
por un chavista? ¿Ni loco, verdad? Los chavistas tienen derecho a reaccionar igual. Cuanto más se les ataque a su mesías, más
los radicalizas. Ese muro es muy alto
de escalar y muy grueso de penetrar. Contra
la imagen de Chávez no se debe luchar, y mucho menos después de muerto, ya que
su existencia devino en culto popular. El
discurso chavista contiene ideas muy populares, de las cuales, algunas son
buenas. Chávez desaparecerá físicamente
pero su ideario ya está más que completo y debidamente documentado en millones
de gigabits de audio y video. Mismas
ideas simples, repetidas cientos de veces.
De modo que ese culto ya tiene más escrituras que la Biblia, y por lo
tanto esa nueva religión le trascenderá.
¡Trate usted inútilmente, aún con pruebas en la mano, de convencer a mi
abuela de que la virgen María no era virgen!
La
oposición debe enfocar sus esfuerzos en convencer a los “chavistas light” (los
duros no van a cambiar) de que al tomar el poder aquélla llevará al país por
una senda de progreso y justicia social (¿lo hará?). ¿Cómo le garantizo a un elector que al
retirarle el apoyo al chavismo y dárselo a la oposición, el país no caerá de
nuevo en las garras de los tipos (adecos blancos y adecos verdes) que tuvieron
al país tan fregado que éste terminó excretando a un líder abusador como HRCF?. Esa es la propuesta en la que hay que
trabajar (no solo hablar). Nadie le va
a dar un cheque en blanco a la oposición, y menos con los antecedentes que hay. Después de Chávez muchos pobres ya no
volverán a confiar en los ricos. No voy
a juzgar quién es mejor o peor.
Hay
ideas revolucionarias del mensaje electoral original que eran creíbles y
potencialmente populares. Si algo bueno
tiene el populismo es que es muy popular.
Después, el mensaje original del chavismo se deformó y lo que quedó de
él no ha funcionado, pero aun así ya la conexión líder-masas se instaló para
siempre. El que nos den pellizcos o
caricias para que lo comamos, no cambia las bondades nutricionales del hígado
encebollado: el buen o mal sabor de éste es algo más bien sensorial,
mental.
¿Qué
si Capriles lo está haciendo bien? Él
es, por mucho, el mejor y más legítimo candidato que hemos tenido. Creo que
Capriles es un vergatario y le votaría mil veces, pero ese soy yo, a quien no
me toca vivir con un salario mínimo. Yo
soy el capitán de mi propio barco y lo dirijo a donde quiero, soy casi dueño de
mi destino y mis decisiones. Pero hay que
ponerse en los zapatos de quienes nada tienen, nunca tuvieron ni piensan llegar
a tener, de quienes, con razón, se sienten débiles, desamparados y excluidos,
temerosos de tomar decisiones por no poder prever los resultados, acostumbrados
a que los demás decidan por ellos. A
quién van a elegir? A un candidato que les ofrece que los pondrá a trabajar y a
producir para hacer felices a las clases emprendedoras, y tener una remota
posibilidad de salir de pobres? O al otro que les promete paliarle sus
problemas más apremiantes simplemente porque sí, sin necesidad de trabajar y
producir?
Cuando
el hambre aprieta, la vergüenza afloja, decía Don Ramón (el del Chavo del
8). Cuando normalmente no hay comida en
tu casa (y en muchos ranchos venezolanos no la hay), te importa muy poco si
expropiaron al rico “A” o al “B”, si Globovisión es o no golpista, si a Mario
Silva le gustan o no los varones, si hay
o no control de cambio, si es complicado armar una carpeta de CADIVI, si hay
muchas horas de cadenas, si se estatiza la banca o no, si se usan los bienes
públicos para campañas o no, si hay carros nuevos en los concesionaros o no, si
Fidel es buena gente o no, si el caballito blanco del escudo corre hacia la
derecha o la izquierda, o quién carrizo fue Zamora, Robinson, Marx y hasta
Bolívar. Lo que te compra el voto no
son los ideales socialistas sino los apagafuegos efectivos (las misiones). El socialismo no es algo que a los chavistas
light realmente les importe, aquél es solo el jugo que viene en el combo para pasar
la comida. Lógica equivocada: Si pienso
que no puedo por mis propios medios hacerme rico, pues no me viene nada mal que
los ricos dejen de serlo. ¡Ser rico, es
malo!, pues.
La
estrategia de la oposición no ha servido hasta ahora para darle una buena ventaja
electoral. Si la oposición ganara las
elecciones, se reescribiría la historia y quedaría reconocido que Chávez nunca
tuvo razón, pero mientras no sea así, aunque sea por un solo voto de
diferencia, los chavistas seguirán teniendo la razón y el poder. El que gane al final, bueno o malo, será el
dueño de la verdad y de la razón, y será a su manera como deban hacerse las
cosas, porque estará apoyado por la “sabia” mayoría. Si se sigue aplicando la
misma estrategia volveremos a perder con o sin Chávez. Para tomar el poder hay que cambiar el
enfoque e ir efectistamente a por el voto de las masas, con lo que ya se sabe
que funciona: solución inmediata a los problemas de los electores y garantía de
que no volverán las manos peludas del pasado.
Para ello debe hacerse algo más simple y primitivo de lo que parece:
identificar las necesidades más apremiantes de las masas y proponer su efectiva
solución. Eso sí, nada de atajos, y sin
importar cuánto tiempo nos tome. Salvo por hechos desencadenantes
extraordinarios, con los que no se puede contar, remontar la cuesta es un
trabajo duro y de largo aliento. Si la
dirigencia de la oposición no quiere o no puede entender esto, las bases
tendrán que cambiar de representantes.
Quién no esté dispuesto a dar esta lucha, que vaya buscándose su
uniforme rojo y haciendo su colita para comprar comida, pero, eso sí, callado
la boquita. El éxito no le toca a
quienes no se ocupan: … y Chávez sí se ocupó!
Andrés
Izquierdo C.I.: 8.890.136 andresizquierdog@gmail.com Puerto Ordaz, 16 de enero de 2013.
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