Buitres, tenedores de
bonos.
Andrés Izquierdo 27
de junio de 2014
Cuando un país
necesita dinero, si puede, se endeuda mediante la emisión de bonos de deuda.
Las condiciones de esos bonos (plazo, cedibilidad y rendimiento) las pone el país
emisor. A quien le interesen esos bonos, los compra y se queda con ellos, o los
vende a quien quiera si son endosables o cedibles. No es extraño que esos bonos vayan a parar a
manos de inversionistas netos: sociedades de capitales a quienes no le interesan
los dramas de los países deudores de los bonos.
Cuando esos
inversionistas vienen a cobrar sus bonos, hay países que les dicen ¡ya va! no tengo
para pagarte! te los cambio por otros a mayor plazo y mayor rendimiento! qué
dices! Y así se van produciendo los canjes y se va corriendo la arruga hasta
que los acreedores se olfatean que no van a poder cobrar. Cuando los
inversionistas se niegan a aceptar los canjes y piden que les paguen sus bonos
con dinero, se les llama “buitres”. Para espantar a los buitres, se ha llegado
a desconocer la legitimidad o representación (a veces por corrupción y fraude) de
los funcionarios del país que emitieron los bonos, e inclusive el estado de
necesidad del país emisor como causa para ofrecer los bonos en condiciones
desventajosas.
Cuando me
compras los bonos y me das tus dólares a cambio de papeles de deuda, eres mi
pana, mi salvador, pero cuando me vienes a cobrar, eres un buitre y te tienes
que esperar.
Existe una antigua
locución latina que dice: “Pacta sunt servanda” que se traduce como “los pactos
deben ser servidos” o “lo pactado obliga”. Este principio general de derecho
universal, es la esencia del pacto social, de la existencia misma del orden
social mundial. Lo deben cumplir hasta los perros. Sin el cumplimiento de este
deber, la civilización moderna sería simplemente inviable.
Es cierto que
todo buitre que compra un bono, sabe el riesgo que corre, sabe que “verdugo-no-chilla”,
saca su cuenta y se lanza; pero eso no le da derecho a ningún país a
descalificarlos y a no pagarles.
El origen de
cualquier pacto debe ser siempre revisado, ya que el mismo podría dar lugar a
su nulidad y a su posterior desconocimiento. Los vicios del consentimiento por
incapacidad, dolo o error, son causas legítimas para no pagar. Qué pasa mañana
si yo llego al gobierno y dejo sin efecto todos los convenios con Cuba,
aduciendo que son ilegales porque lesionan los intereses del Estado venezolano.
Los cubanos saldrán por el mundo a reclamar el “pacta sunt servanda”, y aquí
les diremos: lo siento macho, se te acabó la manguangua!
Señora CFK, si la deuda argentina está legítimamente
contraída, páguele a sus acreedores, y deje de llamarlos buitres, no vaya
usted a verse como cachicamo diciéndole a morrocoy “conchúo”. O mejor dicho, no
les pague, para que vea como jamás vuelve a colocar un bono de nada.
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